2008-05-28

Comer carne no es natural

Por qué los humanos

somos principalmente herbívoros

por Michael Bluejay

Una buena ojeada a los hechos demuestra que los humanos estamos optimizados para comer exclusivamente alimentos vegetales y no carne. Consideremos:

  • Anatomía humana: somos muy similares a los otros herbívoros y drásticamente diferentes de los carnívoros.
  • Longevidad y salud: cuanta más carne comemos, más enfermos nos ponemos. La carne es veneno para nosotros. Es la razón principal por la cual sufrimos enfermedades del corazón, cáncer, diabetes, osteoporosis y todas las demás grandes enfermedades degenerativas. Si comer carne fuera natural, no destruiría nuestra salud.
  • Rendimiento físico: la gente que no come carne tiene mucha más resistencia –tanto si hablamos de atletas profesionales como si no.

Claramente somos capaces de comer carne. Pero esto no quiere decir que sea natural. Se puede vestir a un asno con un vestidito mono y enseñarle cómo hacer trucos de circo, pero que simplemente pueda no quiere decir que sea natural ni que lo tenga que hacer. Cuando digo que comer carne no es natural, simplemente quiero decir que nuestros cuerpos no están optimizados para que sea una parte normal de nuestras dietas, y sufrimos las consecuencias cuando hacemos que lo sea.

El lector carnívoro ya tiene media docena de objeciones a todo esto antes de leer el resto del artículo, y trataré todas estas objeciones específicamente, pero primero dejadme tratarlas en general: uno de los rasgos de la naturaleza humana es querer sentir que lo que estamos haciendo es correcto, adecuado y lógico. Cuando nos encaramos con algo que sugiere que nuestras prácticas corrientes no son las mejores, nos resulta incómodo. Podemos considerar que nuestras opciones pueden no haber sido las mejores, hecho que resulta extremadamente perturbador, o podemos rechazar esta premisa sin considerarla verdaderamente, de manera que no nos tengamos que sentir mal sobre nuestras acciones. Este es el enfoque más cómodo. Y lo hacemos buscando cualquier argumento con el que podamos explicar que es una objeción equivocada, con tal de justificar nuestro comportamiento.

Pensadlo durante un momento: nuestro sentimiento de que nuestras acciones corrientes son correctas no está basado en nuestros argumentos. Más bien, nuestras acciones vienen primero y después salimos con los argumentos para intentar justificar estas acciones. Si fuéramos verdaderamente lógicos, consideraríamos las pruebas primero y después decidiríamos la mejor manera de actuar. Pero a menudo lo hacemos al revés porque es demasiado difícil aceptar que quizá estamos equivocados.

Esto es particularmente cierto cuando hablamos del vegetarianismo. Es bastante fácil de identificar por qué los argumentos antivegetarianos normalmente son pobres y extremos, comparados con otro tipo de discursos. Una persona que nunca sugeriría una cosa tan fantástica como que las plantas piensan y sienten dolor, de repente sacará un argumento como este cuando sienta que su costumbre de comer carne está siendo cuestionada. Es la naturaleza humana.

Unos años antes, yo me encontraba en la misma posición en que probablemente vosotros estáis ahora. Mis hábitos fueron desafiados por un libro que me encontré titulado Hacerse vegetariano. Yo no quería considerarlo seriamente porque quería continuar comiendo carne. Había crecido comiendo y me gustaba. Y había otra razón: había crecido en una pequeña comunidad granjera que criaba y mataba pollos. Aceptar la premisa del libro realmente quería decir que tenía que admitir que quizá no había escogido la mejor opción. Por eso salí con varios argumentos pobres para justificar mi comportamiento. Pero en el fondo sabía que me estaba engañando y que estaba practicando una forma de cobardía intelectual. Cuando consideré los argumentos honestamente, paré de comer animales. De esto ya hace 20 años y ha sido sin duda la mejor decisión que he tomado nunca.

Entonces os desafío: parad de imaginaros motivos por los cuales yo “tengo que estar” equivocado antes de molestaros a leer el resto de este artículo. Leedlo y consideradlo de verdad en vez de intentar encontrar formas de desaprobarlo sin pensar. Ciertamente, podéis continuar sin estar de acuerdo después de haber considerado las pruebas, pero no antes.

La mayoría de lectores carnívoros seguramente sentirán la necesidad de intentar vencerme, al menos dentro de su mente; por lo tanto, consideremos lo que esto comporta: dar más pruebas y mejores para tu posición. No se gana la discusión aportando una sola idea, como parece que creen la mayoría de los lectores que me escriben. Las pruebas a favor de una dieta vegetal para los humanos son claras, convincentes y contundentes. Hay algunas pruebas para el otro bando, evidentemente, pero no son ni mucho menos tan convincentes. Lo que quiero decir es que, si hay 30 puntos fuertes a favor, y salís con uno o dos en contra, ¿cuál es la mejor posición? Lo menciono porque la gente que me escribe sobre este artículo parece que crea que quien da menos puntos ha presentado el caso más convincente. De alguna forma, parece que creen que todas las pruebas que presento se volatilizan cuando ellos dan su argumento solitario, como por ejemplo que los humanos tenemos dientes caninos. Por favor, no caigáis en esta trampa.

De una forma gráfica, funciona así:

Pruebas de que los humanos somos herbívoros naturales

Pruebas de que los humanos no somos herbívoros

Muchos creen que utilizar la minoría de pruebas de la parte roja hace que su posición sea indiscutible. Pero no es así. La única forma de hacer la posición indiscutible es hacer la parte más grande. Mucho más grande.

Pero los humanos, ¿no hemos comido siempre carne?

La gente enfadada que me escribe siempre insiste: “Pero los humanos siempre hemos comido carne!”. No se me ocurre un mejor ejemplo de un caso en que la gente piensa que una cosa es cierta simplemente porque da por supuesto que lo es. Todos crecimos pensando que nuestros antepasados eran carnívoros, pero ¿de dónde hemos sacado esta idea? ¿Es cierto simplemente porque es parte de nuestra conciencia colectiva? Y lo más importante: ¿Qué dicen las pruebas al respecto?

John A. McDougall, doctor en medicina, quizá el experto con más conocimiento sobre la relación entre dieta y enfermedades, asegura que nuestros antepasados primitivos, de hace como mínimo cuatro millones de años, seguían dietas casi exclusivamente vegetales. Muchos otros científicos creen que los humanos primitivos eran mayormente vegetarianos. (Ved los artículos de Grande & Leckie y Derek Wall.) Esto es importante porque, mientras que los pueblos prehistóricos cazaban animales, este es un desarrollo relativamente reciente dentro del largo período de la existencia humana. Ciertamente, no es tiempo suficiente como para que nos hayamos adaptado mediante la evolución. Aquí hay una prueba: los maasai de Kenya, que todavía tienen una dieta alta en carne de caza, tienen la peor esperanza de vida del mundo. (Fuhrman)

Hay otro hecho importante nunca reconocido por los defensores de la carne: los humanos actuamos por idea más que por instinto. Los otros animales están programados para saber qué es la comida. Nosotros no. Para nosotros, es un comportamiento aprendido. O, en otros casos, comportamiento supuesto. Podemos escoger qué queremos comer aunque sea contrario a la buena salud, tal como millones de personas están demostrando cada día cuando comen en el McDonald's. Si nuestros antepasados comían carne, simplemente estaban siendo humanos y escogiendo más que actuando por instinto. Pensadlo: ¿Realmente creéis que los hombres de las cavernas eran verdaderos expertos en nutrición? Si es así, ¿qué otras decisiones importantes sobre vuestra vida pondríais en manos de un hombre de las cavernas?





Qué significa ser omnívoro

No hay duda de que los humanos somos capaces de digerir carne. Pero el simple hecho de que podamos digerir animales no quiere decir que lo tengamos que hacer, o que sea bueno para nosotros. Podemos digerir cartón, pero esto no quiere decir que lo tengamos que hacer.

Si las pruebas demuestran que nuestra anatomía favorece la digestión de comidas vegetales y tenemos más salud cuando ingerimos menos comidas animales, ¿qué hacemos con el hecho de que somos capaces de comer animales? Es sencillo: tenemos la habilidad de comer una amplia variedad de comidas como mecanismo de supervivencia. El hecho de que podamos comer casi de todo, incluyendo la carne, es muy práctico desde el punto de vista biológico. Pero que seamos capaces no quiere decir que estemos diseñados para hacerlo. La prueba de esto es que nuestra biología es similar a la de los otros herbívoros, y, cuantos más alimentos animales incorporamos a nuestras dietas, más lo sufre nuestra salud. De hecho, es bastante engañoso afirmar que los humanos somos carnívoros por naturaleza teniendo en cuenta lo mal que nos va cuando lo somos.

McDougall cuenta cómo la habilidad de digerir comidas animales no hirió nuestra supervivencia como raza, aunque nos lo hace pagar con la duración de nuestra vida:

"Indudablemente, todas estas dietas [que contienen carne] fueron adecuadas para mantener el crecimiento y la vida en una época de reproducción exitosa. Para tener y criar descendencia, sólo es necesario que vivas de 20 a 30 años y, casualmente, la esperanza de vida media de esta gente era precisamente esta. Las pocas poblaciones de cazadores-recolectores que han sobrevivido hasta el siglo XXI están confinadas a las regiones más remotas de nuestro planeta, como el Ártico y las selvas de América del Sur y de África, unos de los lugares más desafiantes para sobrevivir. Su esperanza de vida también se limita de 25 a 30 años y la mortalidad infantil es del 40% al 50%. Las sociedades de cazadores-recolectores afortunadamente sobrevivieron, pero, considerando su ardua lucha y la corta duración de su vida, yo no las situaría entre las sociedades más exitosas.”

Finalmente, nuestra fisiología es mucho más similar a la de los otros herbívoros que a la de los verdaderos omnívoros, como veremos a continuación.

Considerando a los otros primates

Nuestros parientes más cercanos son los primates. Ellos nos dan pistas sobre nuestra dieta ideal porque nuestra anatomía es muy similar a la suya. Muy pocos de ellos comen una cantidad significativa de animales; y los que lo hacen normalmente lo que comen son insectos y no vacas, cerdos o pollos. Jane Goodall, famosa por su extenso estudio sobre los simios mientras vivía con ellos, descubrió que era muy extraño que los primates que observaba comieran otros animales. Los críticos se aferran al hecho de que Goodall descubrió que los primates ocasionalmente comen carne. Pero aquí la palabra clave es ocasionalmente. Si comiéramos carne de forma tan infrecuente como los otros primates, tendríamos una salud mucho mejor. A la misma Goodall aparentemente no la impresionó que los primates comieran carne ocasionalmente: Jane Goodall es vegetariana.

¿Cómo es de insignificante el consumo de animales de los otros primates? Este artículo de Harvard sobre los hábitos alimentarios de los primates contiene un gráfico de barras de todas las cosas que comen los chimpancés y los monos (Figura 3), y la carne ni siquiera se encuentra. Lo que hacen es comer fruta, semillas, hojas, flores y medula. Hay una categoría llamada "Miscelánea", que para la mayoría de especies sube a menos del 5% de la dieta, y para los chimpancés y los monos de cola roja a menos del 1%. El Zoo de Honolulu da una figura ligeramente más alta, diciendo que el consumo no vegetal es el 5% de la dieta de un chimpancé, pero esto incluye su alimento no vegetal principal: las termitas. En cualquier caso, su dieta es de al menos un 95% vegetal.

Este hecho saca a la luz otro punto: la gente que me grita histéricamente que los chimpancés son omnívoros, aparte de ignorar que el consumo de carne de los chimpancés es tan pequeño que es virtualmente inexistente, nunca reconocen que los alimentos no vegetales que comen estos animales no son lo mismo que comen los humanos. Los chimpancés no comen animales de ganado y pollos. Y los humanos no comemos termitas. La idea de que la dieta americana, cargada de carne, se puede justificar por el hecho de que los chimpancés puedan comer un 5% de alimentos no vegetales, que no incluye animales de ganado o pollos y se compone básicamente de termitas, es bastante estúpida.

Utilicemos la figura del artículo de Harvard en referencia a los chimpancés y redondeémosla a un generoso 1%. Si fuera carne de buey –que no lo es- ¿cuánta carne de buey sería? Aproximadamente 1/3 de una onza, o 1/50 de una libra. Esto es aproximadamente 1/7 de una zanahoria media. Sí, aquí tenéis el "omnivorismo" demoledor de los chimpancés.

Considerad también que, aunque los primates coman carne escasamente, puede ser que también sea porque son inteligentes y, como los humanos, son capaces de escoger, de actuar fuera del instinto. Como otros autores lo han expresado, "Mientras que se sabe que los chimpancés matan, este comportamiento no es necesariamente dietético sino ritualista."

Eugene Khutoryansky, que cree que comer carne es natural, advierte igualmente que las implicaciones de esto tendrían que darnos que pensar:

Comer carne es ciertamente natural en el sentido de que hay otros animales que también lo hacen. De hecho, a veces lo hacen hasta nuestros parientes vivos más próximos, los chimpancés. Sin embargo, hay muchas otras cosas que también son naturales. Por ejemplo, los chimpancés machos a veces violan a las hembras de su tribu. Los chimpancés machos a veces hacen la guerra organizada contra otras tribus contra las cuales compiten por el territorio. Un chimpancé macho, en un momento de rabia, a veces coge a un bebé próximo y le aplasta el cráneo contra una roca. Y los chimpancés alguna vez comen carne, y alguna vez practican el canibalismo, aunque haya comida abundante de otras fuentes.

Por lo tanto, comer carne ciertamente es absolutamente natural. Sin embargo, el hecho de que sea natural no implica que sea éticamente permisible. Si creyéramos que comer carne es éticamente permisible simplemente porque hay otros animales que también lo hacen, esto implicaría que no es incorrecto violar, practicar el canibalismo o el infanticidio, hechos que ocurren de manera rutinaria en el reino animal.

Los humanos no tenemos el deseo de comernos animales enteros

A los verdaderos carnívoros les entusiasma la idea de comerse los animales de presa enteros cuando los ven. A los humanos no. Nos interesa comer las partes del cuerpo sólo porque han sido separadas del animal original y procesadas, y porque hemos crecido comiéndolas, hecho que lo hace parecer perfectamente normal. Es sorprendente. Es sorprendente cuánta desconexión hemos sido capaces de aprender sobre la diferencia entre los animales y la comida. Tal como GoVeg lo explica:

Mientras que a los carnívoros les gusta matar animales y comer su carne cruda, cualquier humano que matara un animal con sus manos y se comiera su cuerpo crudo sería considerado un trastornado. A los animales carnívoros les excita el olor de sangre y la emoción de la caza. A la mayoría de los humanos, por otro lado, les repugna la visión de carne cruda y no pueden tolerar oír los gritos de los animales cuando los están destripando y matando. La sangrante realidad de comer animales es innatamente repulsiva para nosotros, más constatación de que no estamos hechos para comer carne.

Pregúntate: Cuando ves animales muertos al lado de la carretera, ¿estás tentado de parar e ir a tomar un bocado? ¿Te hace salivar la visión de un pájaro muerto? ¿Sueñas despierto que matas vacas con tus manos y te las comes crudas? Si has contestado "no" a todas estas preguntas, ¡felicidades! Eres un herbívoro humano normal, te guste o no. Los humanos sencillamente no fuimos hechos para comer carne. Los humanos no tenemos ni las características físicas de los carnívoros ni el instinto que los conduce a matar animales y devorar sus restos crudos.

Comparando los humanos con otros animales

La fisiología humana es sorprendentemente similar a la de los otros herbívoros y considerablemente diferente a la de los carnívoros. Es revelador que, en ninguna de las horribles misivas que han enviado los lectores para discutir conmigo, nunca niegan los datos de la tabla siguiente. Sencillamente piensan que el hecho de exponer algún otro punto (por ejemplo, que los humanos tenemos dientes caninos) de alguna forma elimina los datos más convincentes de la tabla.

La tabla siguiente está extraída de un libro mencionado al final.

Carnívoro

Herbívoro

Humano

tiene garras

no tiene garras

no tiene garras

no tiene poros en la piel; transpira a través de la lengua para enfriar el cuerpo

transpira a través de

millones de poros en la piel

transpira a través de

millones de poros en la piel

tiene los dientes de delante afilados y puntiagudos para desmenuzar la carne

no tiene los dientes de delante afilados y puntiagudos

no tiene los dientes de delante afilados y puntiagudos

no tiene muelas planas en la parte de atrás

para triturar la comida

tiene muelas planas en la parte de atrás

para triturar la comida

tiene muelas planas en la parte de atrás

para triturar la comida

glándulas salivales pequeñas en la boca (no necesarias para predigerir cereales o fruta)

glándulas salivales bien desarrolladas, necesarias para predigerir cereales y fruta

glándulas salivales bien desarrolladas, necesarias para predigerir cereales y fruta

saliva ácida; sin la enzima ptialina para predigerir cereales

saliva alcalina; mucha ptialina para predigerir cereales

saliva alcalina; mucha ptialina para predigerir cereales

ácido clorhídrico fuerte en el estómago para digerir los músculos duros de los animales, huesos, etc.

ácido del estómago 20 veces más flojo que el de los carnívoros

ácido del estómago 20 veces más flojo que el de los carnívoros

tracto intestinal sólo 3 veces la longitud del cuerpo, para que la carne, en rápida descomposición, pueda salir del cuerpo rápidamente

tracto intestinal unas cuantas veces la longitud del cuerpo (las comidas vegetales se descomponen lentamente, y, por lo tanto, pueden estar bastante tiempo pasando por el cuerpo)

tracto intestinal unas cuantas veces la longitud del cuerpo

Carnívoros

Los animales carnívoros, incluyendo el león, el perro, el lobo, el gato, etc., tienen muchas características únicas que los alejan de todos los otros miembros del reino animal. Todos ellos tienen un sistema digestivo muy simple y corto –sólo tres veces la longitud de sus cuerpos. Esto es porque la carne se descompone muy rápidamente, y los productos de esta descomposición envenenan con rapidez la corriente sanguínea si se quedan demasiado tiempo dentro del cuerpo. Por esto se desarrolló un tracto digestivo corto, para permitir la expulsión de las bacterias putrefactivas de la carne en descomposición, y estómagos con diez veces el ácido clorhídrico de los animales no carnívoros (para digerir tejido fibroso y huesos). Los animales carnívoros que cazan en el fresco de la noche y duermen durante el día cuando hace calor no necesitan glándulas sudoríparas para enfriar sus cuerpos; por lo tanto, no transpiran a través de la piel sino con la lengua. Por otro lado, los animales vegetarianos, como la vaca, el caballo, la cebra, el ciervo, etc., pasan mucho tiempo al sol recogiendo la comida y transpiran libremente a través de la piel para enfriar el cuerpo. Pero la diferencia más significativa entre los carnívoros naturales y los otros animales son sus dientes. Junto con las garras afiladas, todos los carnívoros, debido a que tienen que matar principalmente con los dientes, tienen unas mandíbulas fuertes y unos dientes caninos alargados y puntiagudos para perforar piel dura, clavarse y lacerar carne. No tienen muelas (dientes planos de atrás), que los animales vegetarianos necesitan para triturar la comida. Contrariamente a los cereales, la carne no se tiene que masticar en la boca para predigerirla; se digiere principalmente en el estómago y los intestinos. Un gato, por ejemplo, prácticamente no puede masticar.

Herbívoros

Los animales que comen hierba y hojas (el elefante, la vaca, la oveja, la llama, etc.) viven de la hierba y otras plantas, muchas de las cuales son gruesas y voluminosas. La digestión de este tipo de comida empieza en la boca con la enzima ptialina en la saliva. Estas comidas se tienen que masticar bien y se tienen que mezclar meticulosamente con la ptialina para triturarlas bien. Por este motivo, los animales que comen hierba y hojas tienen 24 dientes “molares” especiales y un ligero movimiento de un lado a otro para triturar la comida, en contraposición al movimiento exclusivo de arriba abajo de los carnívoros. No tienen garras ni dientes afilados; beben sorbiendo el agua, en contraposición a los carnívoros, que lo hacen lamiéndola. Puesto que no comen alimentos que se descomponen rápidamente como los carnívoros, y puesto que sus alimentos pueden estar más tiempo circulando por el cuerpo, tienen unos sistemas digestivos mucho más largos –intestinos de diez veces la longitud del cuerpo. Curiosamente, unos estudios recientes han demostrado que una dieta carnívora tiene efectos extremamente perjudiciales para estos comedores de hierba y hojas. El Dr. William Collins, científico del Centro Médico Maimonedes de Nueva York, descubrió que los animales carnívoros tienen una “capacidad casi ilimitada de asimilar grasas saturadas y colesterol”. Si se añade diariamente media libra de grasa animal a la dieta de un conejo durante un período de tiempo largo, al cabo de dos meses sus vasos sanguíneos quedan cubiertos de grasa y se desarrolla la grave enfermedad llamada arteriosclerosis. El sistema digestivo humano, como el del conejo, tampoco está diseñado para digerir carne, y cuanta más comemos, más enfermos nos ponemos, tal como veremos más tarde.

Los comedores de fruta incluyen principalmente los simios antropoides, los antepasados animales inmediatos de la humanidad. La dieta de estos simios consiste principalmente en fruta y frutos secos. Su piel tiene millones de poros para sudar y también tienen molares para triturar y masticar la comida; tienen la saliva alcalina y, como en el caso de los comedores de hierba y hojas, contiene ptialina para la predigestión. Tienen los intestinos extremamente enrevesados y de doce veces la longitud de su cuerpo, para la digestión lenta de fruta y verdura.

Seres humanos

Las características de los humanos son desde todos los puntos de vista como las de los comedores de fruta, muy similares a las de los comedores de hierba y muy diferentes a las de los carnívoros, tal como se demuestra claramente en la tabla de arriba. El sistema digestivo humano, la estructura de dientes y mandíbulas y las funciones corporales son completamente diferentes a los de los animales carnívoros. Como en el caso del simio antropoide, el sistema digestivo humano tiene doce veces la longitud del cuerpo; nuestra piel tiene millones de poros minúsculos para evaporar agua y enfriar el cuerpo con el sudor; bebemos agua por succión como todos los otros animales vegetarianos; la estructura de nuestros dientes y mandíbulas es vegetariana; y nuestra saliva es alcalina y contiene ptialina para la predigestión de cereales. Claramente, los seres humanos no somos carnívoros por fisiología –nuestra anatomía y nuestro sistema digestivo demuestran que tenemos que haber evolucionado durante millones de años viviendo de fruta, frutos secos, cereales y verdura.

Además, es obvio que nuestros instintos naturales no son carnívoros. La mayoría de personas dejan que otras personas les maten la carne y les repugnaría tener que hacerlo ellos mismos. En vez de comer carne cruda como hacen todos los animales carnívoros, los humanos hierven la carne, la cuecen o la fríen y la disfrazan con todo tipo de salsas y especias para que no se parezca nada a su estado crudo. Un científico lo explica de esta forma: “Un gato salivará con deseo hambriento con el olor de un trozo de carne cruda, pero no lo hará de ninguna manera con el olor de fruta. Si el hombre se pudiera deleitar con el hecho de tirarse sobre un pájaro, arrancar sus miembros todavía vivos con los dientes y chupar su sangre caliente, se podría llegar a la conclusión que la naturaleza lo ha dotado de un instinto carnívoro. Por otro lado, un racimo de exquisitas uvas le hace la boca agua, e incluso sin tener hambre comerá fruta porque es tan sabrosa.”

Los científicos y los naturalistas, incluido el gran Charles Darwin, padre de la teoría de la evolución, están de acuerdo que los primeros humanos eran comedores de fruta y verdura y que durante la historia nuestra anatomía no ha cambiado. El gran científico sueco von Linné afirma: “La estructura externa e interna del hombre, comparada con la de los otros animales, evidencia que la fruta y la verdura suculenta constituyen su alimento natural.”

Por lo tanto, es bien claro a partir de los estudios científicos que fisiológicamente, anatómicamente e instintivamente el hombre es perfectamente apto para una dieta con fruta, verdura, frutos secos y cereales. Esto se encuentra resumido en la tabla de arriba.

de What's Wrong with Eating Meat,
de Barbara Parham, ©Ananda Marga Publications, 1979

Tal como dijo otro autor, “El cuerpo humano no fue diseñado para apresar o comer animales. No tienes garras. Tus dientes no desgarran la carne. Tu boca no puede herir seriamente ni está hecha para dar un buen mordisco a una víctima luchadora como pueden hacer los carnívoros. No eres apto para correr rápido y atrapar presas. Los carnívoros tienen los reflejos lo bastante rápidos para emboscar o adelantar una víctima. Tú no. Prueba de atrapar un cerdo o un pollo con las manos desnudas; observa qué pasa.”

"Pero, ¿y los dientes caninos y la visión binocular?"

Es parte de nuestra conciencia colectiva que tenemos “dientes caninos” y esto “demuestra” que somos carnívoros. Pero la verdad es que este argumento no podría ser más flojo.

Los llamados “dientes caninos” de los humanos son diferentes a los dientes caninos de los caninos reales, que son realmente largos y puntiagudos. Nuestros dientes no son en absoluto como los suyos. De hecho, otros animales vegetarianos (como los gorilas y los caballos) tienen los mismos dientes llamados “caninos”.

En general, nuestros dientes se parecen a los de los herbívoros mucho más que a los de los carnívoros. Por ejemplo, tenemos dientes molares (los herbívoros tienen, los carnívoros no). Probad de encontrar un diente de tipo humano en la boca de vuestro gato. Nuestros dientes también se pueden mover de un lado a otro para triturar, igual que los de los otros herbívoros, y completamente diferente a los de los carnívoros. Las mandíbulas que tienen sólo se mueven arriba y abajo.

Mi cita preferida cuando alguien sacó la racionalización canina en un tablero de mensajes: "¡Hola Julia! ¿Hemos evolucionado con dientes caninos? Me gustaría verte atrapar un buey y despedazarlo con estos incisivos feroces."

Lo que encuentro divertido es cómo el argumento de los dientes es tan importante para los defensores de la carne cuando hablan sobre los dientes caninos, y después, tan pronto como descubren que nuestros dientes son mucho más similares a los de los herbívoros que a los de los carnívoros, y por lo tanto la consideración de los dientes sugiere que estamos diseñados para ser herbívoros, de repente qué tipo de dientes tenemos ya no es tan importante para ellos al fin y al cabo.

Otros han argumentado que los depredadores tienen los ojos delante de la cabeza para la visión binocular, mientras que los animales de presa tienen los ojos a los lados, hecho que indica que nosotros caemos en el campo de los depredadores. Esto ignora el hecho de que los animales a los cuales somos más similares –los otros primates- tienen ojos delante de la cabeza y son casi exclusivamente vegetarianos. También es importante recordar lo que he dicho al principio de este artículo: ciertamente, hay pruebas en los dos bandos de este debate, pero la preponderancia de las pruebas demuestra claramente que lo que es adecuado es que seamos herbívoros casi exclusivamente.

"No tienes en cuenta la evolución."

Por supuesto que no. Cualquiera que declare que hemos evolucionado por comer carne a través de habilidades de caza recientemente desarrolladas sólo demuestra de qué forma tan pobre entiende la evolución, que sucede en un período de tiempo mucho más largo. Aparte, si realmente hubiéramos evolucionado para comer carne, no nos mataría, que es el tema siguiente…

Si la carne fuera tan buena para nosotros, no nos mataría

Las pruebas médicas son contundentes e indiscutibles: Cuantas más comidas animales comemos, más enfermedades del corazón, cáncer, diabetes y otras enfermedades degenerativas sufrimos. Esto se ha demostrado exhaustivamente sin ningún tipo de duda. Si fuera natural que comiéramos estos alimentos, no nos matarían. El hecho de que se pueda recuperar la salud dejando la carne y los lácticos es una prueba fuerte de que no tendríamos que haber ingerido estos alimentos en primer lugar.

Dean Ornish fue la primera persona que demostró que las enfermedades del corazón se pueden revertir, y lo hizo alimentando a sus pacientes con una dieta vegetariana. John McDougall también ha escrito exhaustivamente sobre cómo los alimentos animales causan enfermedades y cómo la gente puede recuperar su salud comiendo vegano. El apreciado T. Colin Campbell supervisó el estudio más masivo sobre la relación entra dieta y enfermedad, el China Study, que el New York Times llamó "el grand prix de la epidemiología". Sus conclusiones son las mismas que las de los otros expertos: no estamos diseñados para comer alimentos animales porque enfermamos cuando lo hacemos.

El rendimiento humano es más alto con las dietas libres de carne

Los atletas vegetarianos y veganos están en el pináculo de sus deportes. Carl Lewis, el corredor, ganó nueve medallas de oro olímpicas. Lewis dice que tuvo su mejor rendimiento como atleta después de adoptar una dieta vegana.

Andreas Cahling, el culturista famoso, también es vegano. Ídem para el antiguo Mr. USA y Mr. America, Jim Morris. (Ved también el Yahoo video del 2007 de Morris, que ahora tiene 72 años, es tan entusiasta como siempre y todavía confía plenamente en la dieta vegana.)

Ruth Heidrich, una triatleta Ironman y corredora de maratones vegana, ha ganado más de 700 trofeos de primer lugar y ha conseguido unos cuantos récords de rendimiento. También se la llamó Una de las 10 mujeres más en forma de Norteamérica.

Aquellos que se opondrían diciendo que la mayoría de primeros atletas comen carne se pueden felicitar por no entenderlo. El hecho es que la mayoría de los occidentales comen carne, porque todos hemos crecido pensando que es bueno para nosotros y nos gusta. Así, por supuesto que la mayoría de atletas comen carne, porque sencillamente son humanos. Estos atletas rinden bien a pesar de sus dietas, no gracias a ellas, e indudablemente rendirían todavía más si comieran menos alimentos animales. Y mientras que es difícil obtener estadísticas fiables, no hay duda de que los atletas en general se han ido moviendo hacia el vegetarianismo en grandes números durante los últimos veinte años.

John Robbins escribió en Diet for a New America sobre cómo los vegetarianos tienen mucha más resistencia y aguante que los que comen carne:

En Yale, el Profesor Irving Fisher diseñó una serie de pruebas para comparar la resistencia y fuerza de los carnívoros con la de los vegetarianos. Seleccionó hombres de tres grupos: atletas carnívoros, atletas vegetarianos y sedentarios vegetarianos. Fisher comunicó los resultados de su estudio en el Yale Medical Journal. Sus descubrimientos no parece que den mucha credibilidad a los prejuicios populares que consideran que la carne es una constructora de fuerza.

"De los tres grupos comparados, los que comían carne demostraron bastante menos resistencia que los que se abstenían (vegetarianos), incluso cuando estos últimos llevaban una vida sedentaria."

En general, la puntuación media de los vegetarianos estaba por encima del doble de la puntuación media de los que comían carne, aunque la mitad de los vegetarianos era gente sedentaria, mientras que todos los que comían carne de la prueba eran atletas. Después de analizar todos los factores que podían estar relacionados con los resultados, Fisher llegó a la conclusión que:

"...la diferencia de resistencia entre los que comían carne y los que se abstenían (era debida) completamente a la diferencia de dieta… Hay pruebas contundentes de que una dieta sin carne es propicia para la resistencia."

Un estudio comparable fue hecho por el Dr. J. Ioteyko de la Academia de Medicina de París. El Dr. Ioteyko comparó la resistencia de los vegetarianos y los carnívoros de todos los tipos en varias pruebas. Los vegetarianos sacaron una media de dos o tres veces más resistencia que los que comían carne. Y, todavía más remarcable, sólo estuvieron una quinta parte del tiempo para recuperarse del agotamiento comparado con sus rivales carnívoros.

En 1968, un equipo de investigadores daneses hizo una prueba a un grupo de hombres con varias dietas, utilizando una bicicleta estacionaria para medir su fuerza y resistencia. Se los alimentó con una dieta mixta de carne y verdura durante un período de tiempo y después se les hizo una prueba con la bicicleta. El tiempo medio que podían pedalear antes que los músculos les fallaran era de 114 minutos. Más adelante, estos mismos hombres fueron alimentados con una dieta alta en carne, leche y huevos durante un período similar y entonces se les volvió a hacer una prueba con las bicicletas. En la dieta alta en carne, su tiempo pedaleando antes del fallo muscular bajó drásticamente –a una media de sólo 57 minutos. Después, estos mismos hombres se cambiaron a una dieta estrictamente vegetariana, compuesta de cereales, verdura y fruta, y luego se les hizo la prueba con las bicicletas. La falta de productos animales no pareció que afectara su rendimiento –pedalearon una media de 167 minutos.

Siempre y en todos los lugares donde se han hecho pruebas de este tipo, los resultados han sido similares. Esto no da mucho apoyo a la supuesta asociación de la carne con la fuerza y la resistencia.

Unos médicos belgas compararon sistemáticamente el número de veces que los vegetarianos y los carnívoros podían apretar un medidor de agarre. Los vegetarianos ganaron considerablemente con una media de 69, mientras que los carnívoros sólo llegaron a una media de 38. Como en todos los otros estudios que han medido el tiempo de recuperación de los músculos, en este caso los vegetarianos también se recuperaron de la fatiga mucho más rápidamente que los carnívoros.

Conozco muchos otros estudios en la literatura médica que explican descubrimientos similares. Pero no conozco ni uno que haya llegado a unos resultados diferentes. Como resultado, confieso que se me ha hecho bastante difícil escuchar seriamente a la industria de la carne proclamando orgullosamente que “la carne da fuerza” ante las pruebas contundentes de que es al contrario.

(más de este libro)

Resumen

  • La anatomía humana es mucho más similar a la de los herbívoros que a la de los carnívoros.
  • El consumo de carne provoca incuestionablemente enfermedades del corazón, cáncer, diabetes, osteoporosis y todas las otras enfermedades degenerativas.
  • El rendimiento físico es superior con las dietas vegetales.
  • Dar un punto insignificante en contra no invalida por arte de magia todas las otras pruebas sin más.

No es necesario discutirlo.

Si lo veis de otra forma, simplemente estemos de acuerdo con no estar de acuerdo. He recibido una tonelada de e-mails sobre este tema, ninguno de ellos iluminador, la mayoría mal escritos, y sencillamente no tengo el tiempo ni las ganas de debatirlo con todo el mundo que lo quiere discutir conmigo. Y creedme: he oído todos los argumentos posibles. (Paré de oír nuevos argumentos hace aproximadamente 19 años.) Si sentís vuestra posición con tanta intensidad que lo tenéis que hacer saber sea como sea, entonces haced lo mismo que hice yo: cread vuestra propia página web exponiendo vuestros puntos de vista. Podéis estar seguros de que no os escribiré para discutir sobre lo que habéis escrito.

Gracias por leerlo.

-MBJ

Temas relacionados

Más sobre cómo la fisiología humana favorece una dieta vegetal: http://www.goveg.com/

Qué causó el desarrollo del cerebro humano

Algunos escritores aseguran que lo que provocó el cambio evolutivo que nos dio una inteligencia excepcional fue el hecho de que los primeros humanos introdujeran la carne en sus dietas (qué lástima que el hecho de comer carne no haya proporcionado el mismo beneficio a carnívoros como los lobos y los leones, ¿eh? Todavía siguen encallados con aquellos cerebros pequeñitos.) Es una teoría interesante, pero, aparte del hecho de que no es mucho más que una conjetura e imposible de probar, lo que es más importante es que no podría ser más irrelevante en referencia a la tesis de mi artículo. Incluso en el caso de que la introducción de pequeñas cantidades de carne en la dieta de los humanos hubiera causado una chispa evolutiva, esto es completamente diferente de lo que nuestros cuerpos están optimizados para comer. Tal como digo arriba, si la carne fuera tan natural, comer no nos mataría y los vegetarianos no tendrían una resistencia superior.

Del mismo modo, se ha dado el argumento exactamente contrario: que fue nuestra dieta basada en vegetales la responsable de la chispa evolutiva. “Desarrollar una memoria mejor para la localización exacta de los árboles preferidos, las rutas más cortas entre ellos y un programa sobre cuándo era más probable que tuvieran fruta debió favorecer definitivamente la supervivencia.” (Grande & Leckie) De hecho, el ayudante del profesor de mi clase de nutrición, después de conseguir el doctorado, escribió un libro diciendo que nuestra chispa evolutiva fue causada por el hecho de empezar a cocer féculas, como las patatas, en vez de comerlas crudas. Evidentemente, esto es una conjetura, igual que la idea de que fue la carne que nos hizo listos. Pero la existencia de estas opiniones académicas contrarias sirve para demostrar que la idea de que la carne nos hizo listos no es extensamente considerada un hecho, ni mucho menos.

Traducido de: http://michaelbluejay.com/veg/natural.html


2008-05-12

Un descubrimiento revolucionario: el "Hombre Cascanueces" no siempre comía nueces

Un descubrimiento puede revolucionar nuestra comprensión de los mecanismos evolutivos: básicamente, algunas características no se extienden en una población necesariamente a causa del uso cotidiano que hacen de ella sus portadores, sino por porque esa mutación permitió sobrevivir a esos portadores en épocas difíciles. A la vez, este descubrimiento nos relaciona mucho más tempranamente a lo que cada vez más luce como el alimento arquetípico del ser humano: las frutas.

La contraintuitiva lección evolutiva del "Hombre Cascanueces"

Como si no fuera suficientemente difícil tratar de adivinar la evolución cognitiva, social y física de nuestros ancestros utulizando fragmentos fósiles de millones de años de antiguedad, los paleoantropólogos enfrentan otro desafío: las adaptaciones obvias no son necesariamente obvias.

Y si esa frase fue un bocadillo, pruebe este otro: el "Hombre Cascanueces" no comía nueces.

El Paranthropus boisei, alias "Hombre Cascanueces", un hominino que vivió hace alrededor de 2 millones de años, tuvo los dientes más grandes y planos y el esmalte dental más grueso que cualquier otro antepasado humano

En un estudio reciente, investigadores analizaron microscópicamente los dientes del Paranthropus boisei, una primera rama del árbol genealógico humano.
Los dientes planos, gruesamente esmaltados, y una enorme mandíbula llevaron a los científicos a suponer que el P. boisei comía alimentos difíciles de masticar, ganándose el apodo de "Hombre Cascanueces."
Pero el equipo de investigadores no vió ninguno de los desgastes y desgarros esperados de una dieta de alimentos duros, quebradizos. En cambio, P. boisei parece haber preferido las frutas.
Aparte de deshacerse de una concepción anticuada, y un apodo de género innecesariamente específico, ¿por qué es esto importante?
En los años recientes, los paleoantropólogos sugirieron que las especializaciones como las de los dientes del P. boisei surgieron no para tomar ventaja de una fuente preferida de alimentos, sino de una fuente de emergencia - algo que se consume raramente, más probablemente durante tiempos de escasez, cuando hay carestía de otros alimentos.
"Tome el gorila de las tierras bajas como ejemplo", dijo el jefe de los investigadores. "Los gorilas son muy especializados anatómicamente. Tienen grandes y pesadas crestas en sus molares para cortar y despedazar alimentos duros. También tienen grandes músculos de masticación y una anatomía craneal especializada relacionada con la masticación. [Pero] ellos prefieren alimentos más similares a los chimpancés en general (es decir, frutos blandos). "
En términos más amplios, las características evolutivas de un animal puede reflejar lo que le ayudó a sobrevivir en una momento específico, más que su estilo de vida diario. Por supuesto, esto no siempre es el caso - el oso hormiguero, por ejemplo, posee una probóscide evolutivamente adaptada a su nombre -, pero la posibilidad añade un elemento de ambiguedad que debe guardarnos de saltar rápidamente a conclusiones, o al menos de aferrarnos dogmáticamente a ellos.
Las adaptaciones pueden sugerir lo aberrante; lo que es aparente a veces no es tan aparente en absoluto. Incluso los paleoantropólogos no deben juzgar a los libros por sus tapas.

El Temprano Ser Humano de Dientes Duros Amaba la Fruta


Una ilustración de artista del Parathropus boisei mordiendo su tipo favorito de alimentos.

Uno de los primeros humanos con una gran boca hecha para masticar, extrañamente prefería comer frutas suaves y pulposas, sugieren los nuevos análisis dentales.
El descubrimiento de que "los dientes del gran tipo sólo tenía un delgado esmalte" forzó a los científicos a retroceder en lo que pensaban que sabían sobre la dieta de los homínidos.
Para empezar, los descubrimientos podrían causar que este homínido, el Paranthropus boisei, renuncie a su alias de larga data, el Hombre Cascanueces, ante los ojos de los antropólogos.
El Hombre Cascanueces vivió cerca de 2,3 a 1,2 millones de años antes de la desaparición del registro fósil.
Ostentaba una gran mandíbula con masivos músculos de masticación, y dientes planos, duros, cuyo poder aplastante podía destruir las raíces y nueces de su hogar en la sabana africana.
"Tenía grandes crestas en el tope de su cráneo para músculos masticatorios gigantes. Tenía grandes dientes planos con un esmalte realmente engrosado en ellos," dijo el investigador jefe Peter Ungar, "Y durante los últimos 50 años nosotros pensamos que era casi un especialista de objetos extremadamente duros."
Pero al igual que muchos SUVs, resultó que el Hombre Cascanueces rara vez presionó a sus equipos hasta los límites.
"Siempre se pensó que esto era la quintaesencia del Cascanueces," dijo el antropólogo Matt Sponheimer, de la Universidad de Colorado en Boulder, quien no ha participado en el estudio actual. "Este estudio y otros recientes sugieren que tal vez nosotros no sabíamos tanto sobre las dietas de los primeros homínidos, como pensábamos."
El estudio, financiado por la National Science Foundation, se detalla en la edición más reciente de la revista PLoS ONE.

Claves en los dientes
Los investigadores utilizaron potentes microscopios para examinar los patrones de desgaste de los dientes del P. boisei, comparando los patrones con los de otros primates que comen distintos tipos de alimentos.
Una vida de masticación dejan marcas en los dientes de un organismo, por ejemplo, rayas paralelas por comer hojas, u hoyos profundos como consecuencia de una dieta de frutos secos y semillas.
La microimágenes revelaron rayas leves, delgadas, grabadas en los dientes del P. boisei, que lucían más similares a las marcas de los comedores de frutas actuales que aquellos en los dientes de primates modernos.
"´Lucía más como si hubieran estado comiendo Jell-O (una marca de gelatina)," dijo Ungar.


El Paranthropus boisei ostentaba una gran mandíbula con masivos músculos de masticación, y dientes planos, duros, cuyo poder aplastante podía destruir las raíces y nueces de su hogar en la sabana africana.

Las sobrecargadas caracterísicas masticatorias del P. boisei podrían haber sido utilizadas más como una reserva para tiempos duros cuando los sabrosos higos y otras frutas blandas no estaban disponibles, sugieren los investigadores.
La explicación se ajusta a un fenómeno llamado "la paradoja de Liem", en el que los animales evitan comer los alimentos al que dientes están bien adaptados si otras alternativas están disponibles.
"Si das un gorila la opción de comer fruta o una hoja, comerá la fruta cada vez", dijo Ungar. "Pero si usted observa el cráneo del gorila, sus dientes afilados están adaptados para consumir hojas duras. Ellos no comen las hojas a menos que lo tengan que hacer."

Menú renovado
Muchas otras especies de homínidos tempranos también portaban características robustas en bocas y mandíbulas. Por esa razón, los nuevos resultados podrían significar una renovación de todo el menú de de los homínidos tempranos.
"Creo que esto va mucho más allá de P. boisei," dijo Sponheimer. "Es difícil dejar que estos nuevos resultados sobre el boisei no redunden en nuestra comprensión de las adaptaciones de la dieta de todos los homininos tempranos."
Sponheimer y sus colegas encontraron indicios químicos que una especie relacionada, el Paranthropus robustus, consumía una dieta generalista.
El hallazgo también tiene implicaciones para lo que causó que algunas especies se extinguieran mientras que otros, como los humanos modernos, persistieran.
P. boisei desapareció del registro fósil en un momento cuando el clima de la Tierra estaba cambiando.
Como resultado de ello, el pensamiento convencional fue que P. boisei no fue capaz de adaptarse con la suficiente rapidez para el hábitat y a los cambios de alimentación, con su dieta especializada.
Pero al parecer, este homínido podía comer todas las cosas que el hombre moderno puede, y más.

Comparación de la dentadura del Paranthropus boisei (izq) con la del hombre actual (der)

Los científicos lo llamaron "Hombre Cascanueces", porque el antiguo hominino que vivió hace alrededor de 2 millones de años tuvo los dientes más grandes y planos y el esmalte más grueso que cualquier otro antepasado humano. Y así, se figuraron los científicos, la especie conocida como Paranthropus boisei probablemente se alimentaba de frutos de cáscara y semillas o raíces y tubérculos, porque sus dientes, mandíbula y cráneo parecían estar construidos para la masticación y aplastamiento de objetos duros.
Ungar sugiere que ninguno de los individuos P. boisei que examinó comió alimentos duros o difíciles en los días previos a su muerte.
"Estos hallazgos van totalmente en contra de lo que la gente ha venido diciendo durante el último medio siglo", dijo Ungar. "Tenemos que sentarnos y volver a evaluar lo que alguna vez pensamos."
Los antropólogos han deducido la dieta de los antiguos antepasados humanos mirando el tamaño y la forma de los dientes y mandíbulas. Sin embargo, mediante el uso de potentes microscopios para ver a los patrones de desgaste de un diente, los científicos pueden obtener pruebas directas de lo que la especie realmente comía. Ya que la alimentación interactúa con los dientes, deja atrás significativos indicios que pueden medirse. Alimentos duros tales como nueces y semillas, por ejemplo, conducen a perfiles más complejos de los dientes, mientras que alimentos resistentes, como las hojas, producen rayas paralelas.
Los dientes del P. boisei se compararon con los de los monos del Viejo Mundo que viven en Asia, el Oriente Medio, África y Gibraltar, así como los de los monos del Nuevo Mundo que viven en los bosques tropicales en el sur de Mexico y América Central y del Sur.
Los investigadores también compararon los dientes a algunas contrapartes más contemporáneas del P. boisei, tales com el Australopithecus africanus, que vivió entre 3,3 millones y 2,3 millones de años atrás, y el Paranthropus robustus, que vivió entre 2 millones y 1,5 millones de años atrás.
El leve patrón de desgaste fué más consistente con los animales modernos comedores de fruta que a la mayoría de los primates modernos, y sugieren que la adaptación evolutiva para comer puede estar basada más en la escasez que en la dieta regular de un animal. Sin embargo, Ungar señala que los dientes solamente sugieren "lo que podría comer P. boisei, no necesariamente lo que le comió."De hecho, las investigaciones han demostrado que los animales pueden evitar activamente comer los alimentos para los que han desarrollado adaptaciones cuando pueden encontrar otras fuentes de alimento."
"Esto pone a prueba la hipótesis fundamental de por qué esas especializaciones ocurren en la naturaleza", dijo Ungar. "Esto demuestra que los animales pueden desarrollar un grado extremo de especialización sin que el objeto de especialización sea un recurso preferido."
En consecuencia, el hallazgo representa un cambio fundamental en la forma en que los investigadores examinan las dietas de los primeros antepasados humanos y qué papel pueden haber desempeñado en las extinciones los alimentos específicos.